domingo, 24 de octubre de 2010

UN CANTO AL SILENCIO


¡Inmóvil y solitario
me encuentro encerrado entre estos hierros fríos;
asi espero la noche que se aproxima, es mi primera noche  y confieso que ya siento la soledad clavándome la piel.

A poco la veo llegar, desde entonces la angustia se vuelve mas angustiante y presiento como ella se  va adentrando entre mi carne,  tan solo llevo horas encerrado en este maldito chiquero,  y confieso que ya no me interesa saber si soy culpable o inocente.

Ayúdame Señor... grito en voz alta , te pido padre mió que venga a socorrerme, ven pronto porque ya siento un raro ajetreo entre mis huesos  y el dolor que llevo dentro es tan intenso que a veces presiento que  mis días están por terminar.

Y es que cada hora que pasa, a  mi boca llega la desesperanza, tal vez es  por qué no tengo con quien compartir mis penas.

Para no enloquecer, a veces me entretengo contando los barrotes de mi celda, y desde mi frío callejón  platico con el único amigo que tengo.  El lucero que da luz a la mañana.
A él le hablo sin temores, le cuento de  ella, y le digo cada una de mis cosas; y hasta le leo
algunas cartas de las tantas que traje conmigo.

Y afuera... en el patio del penal se oyen gritos y estos se confunden con los pasos alargados del vigía, al rato se escucha el rechinar impaciente de sus llaves, y se oye el ronquido de  los goznes de una puerta que se abre, O quizás de una que sé cerró eternamente.

A mi lado,  el  viejo grillo me entretiene con su alegre cantar, hay  veces que le suplico para que deje ese canto, luego me arrepiento  por que nadie mas que él alegra mi despertar.

Al día siguiente, muy de mañana abren las puertas,  veo como el sol  va penetrando lentamente y va llenando de luz cada sendero del penal, y yo empiezo a  llenarme de una nueva  esperanza.

Salgo hasta afuera, titiritando de frío, aun así me queda tiempo  para pensar en ella y para darle gracias  al divino redentor.

A el le confieso que la amo, le digo que presiento que hoy estará conmigo,
Le comento que anoche la vi  dormida  junto a mí, y que de tanto poseerla  me olvidé hasta de pensar en mi  libertad.
 
De pronto, veo frente a mí muchos rostros entristecidos.
¿Son reos igual que yo? 

Hombres que una vez fueron más que hombres.
Algunos con los ojos trasnochados clavan en mi rostro sus miradas, y yo con algo de miedo le extiendo mis manos para humedecerla con el agua del rocío que trajo la mañana.

La Victoria
24/12/1991                                                  

TELEVISION EN VIVO

CONOCIENDO EL MUNDO A TRAVEZ DE LA FOTOGRAFIA

CONOCIENDO EL MUNDO A TRAVEZ DE LA FOTOGRAFIA
Entre Aqui !!!