Vencida mi alma inquieta, desespera 
en un desdén letal que en ella impacta, 
se parapeta en la trinchera abstracta 
de una vana ilusión, de una quimera. 
Soldado soy y alborotar quisiera 
la paz secreta de tu piel intacta, 
ser el asedio en la medida exacta 
del cerco de tu boca guerrillera. 
Silénciame el fragor de la cruzada, 
reprime mi invasión, que ya no aspire 
ni a tu piel, ni a tu boca ni a tu almohada. 
Concédeme, si acaso, que no expire 
la llama en el rigor de tu mirada 
y aunque así me miraras, que te mire.
Poesiapura@poesiapura.com
VIcente Fernández-Cortés
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