miércoles, 27 de julio de 2011

INDEPENDENCIA, CAUTIVERIO Y RESURGIMIENTO

     
De 1808 a 1825 toda la América continental se levantaba contra España, Cuando la independencia se había consumado o estaba próximo a consumarse definitivamente, desde Méjico hasta la Argentina, José Núñez de Cáceres proclamó la separación de Santo Domingo.
España no hizo esfuerzos para reconquistar la improductiva colonia. La embrionaria nación comenzó su vida propia aspirando a formar parte de la federación organizada por Bolívar, la Gran Colombia, el primer día de diciembre de 1821.
Pocas semanas después, en febrero de 1822, los haitianos, constituidos en nación desde 1804, con población muy numerosa, invadieron el país. Huyó todo el que pudo hacia tierras extrañas; se cerró definitivamente la universidad; palacios y conventos, abandonados, quedaron pronto en ruinas... Todo hacía pensar que la civilización española había muerto en la isla  predilecta del Descubridor.
Pero no. Aquel pueblo no había muerto. Entre los que quedaron sobrevivió el espíritu tenaz de la familia hispánica. Los dominicanos jamás se mezclaron con los invasores. La desmedrada sociedad de lengua castellana se reunía, apartada y silenciosa, en aquel cautiverio babilónico, como decía la bachillera y bondadosa Doña Ana de Osorio. Se leía, aunque no fuese más que el Parnaso español de Sedano; no faltaba quien poseyera hasta el Cantar de Mio Cid, en las Poesías anteriores al siglo XV coleccionadas por Tomás Antonio Sánchez. Se escribía, y para cada solemnidad religiosa la ciudad capital se llenaba de versos impresos en hojas sueltas. Se hacían representaciones dramáticas, prefiriendo las obras cuyo asunto hiciera pensar en la suerte de la patria 169 .
En torno a los hombres de pensamiento se forjaba la nueva nacionalidad. Uno de ellos, el P. Gaspar Hernández, a quien por su origen se le llamaba el limeño, señalaba como ideal futuro el retorno a la tutela de España. Otros, dominicanos, aspiraban a reconstituir la nacionalidad independiente. Mientras el P. Hernández dedicaba cuatro horas diarias a enseñar a los jóvenes, gratuitamente, filosofía y otras disciplinas, Juan Pablo Duarte, joven dominicano de familia rica, educado en España, hogar de su padre, hacía venir de la antigua metrópoli libros recientes y enseñaba a sus amigos filosofía, letras, matemáticas y hasta manejo de armas. Duarte fundó, el 16 de julio de  1838, la sociedad secreta La Trinitaria. De la Trinitaria surgió la República Dominicana.

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